Efectos del confinamiento en la salud mental de niñ@s y adolescentes

Por Mª Ángeles Sánchez psicóloga infantil de Crecer Gabinete de Psicología Infanti

España ha sido uno de los países con las medidas más estrictas de confinamiento, y por eso, los menores de 14 años no han salido de casa entre el 15 de marzo y el 26 de abril, cuando se autorizaron los primeros paseos. Esto significa que siete millones de niñ@s menores de 15 años vieron cómo de repente de un día para otro su vida y sus rutinas cambiaban bruscamente. De la noche a la mañana no podían ver a sus amigos, a sus abuel@s ni demás familiares, no podían salir a la calle ni regresar a su colegio o instituto. Tuvieron que adaptarse bruscamente a su nueva vida y a un peligro invisible que provocaba muchas muertes así como a vivir rodeados del miedo que veían en l@s adult@s y en todos los medios de comunicación. 

Si bien la mayoría de ell@s lo ha llevado bastante bien hay un porcentaje importante de niñ@s y adolescentes a los que esta situación les ha pasado o les va a pasar factura. Incluso aquell@s que lo llevaron bien es recomendable estar atentos a su salud mental porque que no presenten síntomas ahora no significa que no aparezcan en los próximos meses. De hecho desde la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y Adolescente (AEPNyA) hablan de una posible “cuarta ola” sanitaria o segunda epidemia de trastornos de salud mental. 

Estos problemas de salud mental tienen que ver con el miedo al virus y con el distanciamiento social ya que los estudios realizados hasta el momento señalan la relación entre largas cuarentenas y mayor angustia psicológica, que puede manifestarse como pesadillas, terrores nocturnos, miedo a salir a la calle o a que sus padres vuelvan al trabajo, irritabilidad, hipersensibilidad emocional, apatía, nerviosismo, dificultades para concentrarse e incluso leve retraso en el desarrollo cognitivo del niño o niña.  

Uno de esos estudios es el llevado a cabo por el Grupo de Investigación, Análisis, Intervención y Terapia Aplicada con Niños y Adolescentes (AITANA) de la Universidad Miguel Hernández cuyos resultados indican que la cuarentena impuesta por la covid-19 afecta psicológicamente a l@s niñ@s ya que “aunque tienen gran capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, parece que no tienen suficientes habilidades para hacer frente a la situación de confinamiento que vivimos en España sin verse afectados emocionalmente”. 

En España, los servicios de salud mental ya atendían al 30% de la población infanto-juvenil, antes de la pandemia. En los próximos meses se comprobará si las malas predicciones que auguran aumento de ansiedad, estrés postraumático y depresión se cumplen y si es así cómo y cuánto se eleva esa cifra.  

Pero, ¿cómo diferenciar la tristeza y ansiedad normal, que irán remitiendo de forma natural, de los traumas y secuelas a largo plazo?. Lo primero es saber que los síntomas deben de prolongarse en el tiempo o ser limitantes para el desarrollo normal de la vida. Por tanto, aparecen más tarde, con el paso de unos meses. Asimismo se debe de experimentar tristeza y ansiedad desproporcionadas, visiones de eventos traumáticos, es decir, recuerdos o flashbacks que invaden y paralizan, hasta el punto de no poder seguir con lo que estuviesen haciendo en ese momento o con sus rutinas diarias. También insomnio, irritabilidad, bloqueos emocionales, y conductas evitativas.  

Hay que tener en cuenta que la tristeza, el miedo y la rabia son normales pero que si detectamos que estas emociones son muy intensas o prolongadas en el tiempo no debemos ni podemos pasar nunca por alto el sufrimiento emocional del niño o de la niña. Sobre todo en el caso de l@s más pequeñ@s ya que a est@s les cuesta más explicar lo que sienten por lo que tenemos que estar más alerta cuando detectemos síntomas reiterados de pequeñas enfermedades (dolor de barriga, de cabeza); preocupaciones constantes (por contagiarse con el virus, porque mueran seres queridos); miedo a salir a la calle; alteraciones de patrones de sueño y hambre; más irascibilidad y, también, mutismo. Y siempre que tengamos dudas pedir ayuda profesional porque también en salud mental, más vale prevenir que curar.

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