Aprendiendo del pasado

Por Jaime García, Responsable de de Banco Mediolanum en la zona Sur
Por Jaime García, Responsable de de Banco Mediolanum en la zona Sur

El ser humano siempre ha buscado fórmulas rápidas para enriquecerse. Ha sucedido desde que la humanidad implantó la moneda y acabó con el trueque como herramienta de comercio. Con ello surgieron los especuladores, profesionales del enriquecimiento fácil que se aprovechan de las expectativas de la gente que, tentada por el dinero rápido, se embarca en aventuras insensatas.

La Historia está repleta de estos episodios que arruinaron a miles de familias. Quiebras que, aunque se estudian en las facultades de Historia y de Economía, no son suficiente advertencia para evitar que se repitan una y otra vez. Son las burbujas que, cíclicamente, acaban con los ahorros de mucha gente. 

Sin embargo, estos episodios son desconocidos para el gran público, que, por desgracia, vuelve a tropezar con la misma piedra. Convencidos de que el conocimiento es un buen antídoto, en Banco Mediolanum hemos creado la serie Aprender del Pasado, una serie de amenos vídeos de un minuto en nuestro canal de YouTube donde repasamos algunas de las quiebras más famosas de la historia. Como dice uno de los eslóganes de la serie, se trata de “Saber más. Decidir mejor”.

Los hay de todos los tiempos, aunque todos ellos concluyen con la idea de que siempre hay unos pocos que se enriquecieron, los más avispados que supieron ver más allá, y muchos que lo perdieron todo: La crisis en el Imperio romano en el 238 d.C., la crisis de los tulipanes en Holanda en 1637 y la Compañía de los Mares del Sur en el Reino Unido, en 1711. O algunos más recientes, como la hiperinflación en la Alemania de la década de 1920, la burbuja inmobiliaria en Japón en 1986; la burbuja de los cómics en EE. UU. en 1990 o las hipotecas tóxicas o subprime también en Estados Unidos en 2008. Todos ellos aportan pistas para nuestro día a día como ahorradores.

Me gusta especialmente el vídeo sobre la Fiebre de Oro en la California de 1848. Atraídos por el descubrimiento de algunos filones en la costa oeste de Estados Unidos, miles de personas se convirtieron de la noche a la mañana en mineros amateurs en busca del dorado metal y la fortuna rápida. Lo dejaron todo, vendieron lo poco que tenían y se fueron a California. Unos pocos, los menos, encontraron oro. El resto, la inmensa mayoría, abandonaron arruinados. Sin embargo, un personaje, Samuel Brannan, ha pasado a la historia porque, este sí, se hizo millonario. Pero no quiero hacerles spoiler, prefiero que lo descubran ustedes mismos. 

Aunque a la mayoría le gustaría encontrar el filón de oro, la realidad es que la inversión es una carrera de fondo que exige de planificación y mucha disciplina. Y, muy especialmente, seguir las pautas establecidas, pues abandonarlas puede acarrear consecuencias nefastas. Una de ellas, quizá la más importante, es que, como hemos visto, debemos huir de productos financieros que no llegamos a comprender, aunque causen furor entre los “expertos” de turno. Yo, desde luego, prefiero pasar por ingenuo que acabar arrepintiéndome.

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